La Maya era un olvidado y destartalado velero veneciano de los 60 muy unido a la historia de la ciudad, que acabaría hecho astillas como la mayoría de las embarcaciones artesanales, primitivo y autóctono pilar cultural.

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Salvo que… alguien quisiera devolverle una segunda vida alegre y la comunidad local se pusiera manos a la obra para transformarlo en un caballo de Troya que les representara como un pabellón pirata en la incuestionable Bienal de Arte, pilar ideológico del mundo.

Y es que cuando la artista Irene García-Inés llega allí en el 2011 para participar en la famosa feria artística, descubre tal desconexión entre ésta y las gentes de Venecia y tal hundimiento de la idiosincrasia cultural veneciana, que no duda en comprar la Maya por 600 euros.

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A partir de ahí la estela de Maya reúne de manera casi mágica un mosaico de protagonistas, artes, oficios, tesoros y hechos de la historia popular veneciana que la acaban convirtiendo en todo un laboratorio de arte y debate sobre comunidades locales, sus hábitats y su patrimonio. 

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Y como tantos otros lugares del mundo se ven afectados por los mismos fenómenos actuales que Venecia, Maya itinera ahora a ellos con la misión de ayudar a reflotar su esencia y recuperar así nuestra soberanía cultural mediterránea.

 

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